A principios del S XX en muchos hogares ya existe iluminación eléctrica. No obstante se siguen utilizando los quinqués de petróleo, los faroles y lámparas de aceite, las velas y candelas y también en algunas casas lámparas de gas ciudad.
Progresivamente en los hogares de pueblos y ciudades se va imponiendo la luz eléctrica a medida que se crea la infraestructura necesaria. Sin embargo, especialmente en los años 40 y principios de los 50, otra vez vuelven a la circulación candelabros, palmatorias, faroles y quinqués debido a las restricciones eléctricas. Se trata de cortes de suministro en la red eléctrica programados o imprevistos que se producen porque se priorizan los consumos de las industrias a los consumos domésticos. En el fondo el problema es el lamentable estado de la red de producción y distribución de la electricidad.
En esta época conviven en las casas los antiguos interruptores, enchufes y demás material eléctrico de porcelana con los innovadores artículos fabricados en bakelita. De los primeros se destacan originales diseños como el conocido interruptor “de lazo”, los enchufes redondos, los portalámparas para bombillas incandescentes de rosca Edison, los portafusibles llamados “plomos” y un largo etcétera. Los diseños de bakelita permiten mejorar de forma notable estos productos y crear material eléctrico con elementos intercambiables que además se instalan empotrados. Una gran revolución.
No obstante todavía se usan algunos artículos antiguos fabricados en madera como los pulsadores del timbre de la puerta de la casa y los interruptores “de pera” llamados así por su forma. Estos por medio de un largo cordón se sitúan en las camas bajo la almohada, y permiten encender y apagar la luz antes de levantarse o al acostarse.
La instalación de la casa va evolucionando. Inicialmente los cables son rígidos y van dentro de conductos de madera maciza que se abren por la mitad para meter los cables. Las derivaciones se hacen a base de cable flexible recubierto de goma y algodón y luego trenzado que se sujeta a unos pequeños aisladores de porcelana. Posteriormente, el aislamiento de los cables es de plástico (PVC) y se aloja en tubos y cajas, ya empotrados, fabricados con chapa estañada (hojalata) y revestidos interiormente de cartón aislante, el sistema “Bergman”. Otra revolución.
El material eléctrico, década a década evoluciona gracias a la industria que en esta aspecto es muy innovadora y transforma la seguridad, el confort y la estética de los hogares.La creación de todos estos objetos de diseño y fabricación industrial supone una sensible mejora en el desempeño de las tareas domésticas de mediados del siglo XX.