A mediados del S XX los niños no tienen muchos juguetes. Además en general son muy sencillos. Una muñeca, un camión de madera, un cochecito de hojalata con cuerda, una pistola de pistones, un pequeño tren son objetos muy apreciados y que dan mucho juego, en sentido literal en este caso.

En la calle niños y niñas se divierten en grupo igual que habían hecho sus padres. En las casas se utilizan los juegos que hoy conocemos como clásicos, la lotería o quina hoy llamado bingo, el parchís, la oca, juegos de magia, los tres en raya… Los más intelectuales juegan a las damas o al ajedrez.

Hay afortunados que poseen un cine infantil que funciona con manivela y proyecta unos personajes que solo tienen dos posturas. Es mudo por supuesto. Hay juguetes orientados a las niñas, muñecas, cocinitas y cacharros, máquinas de coser.

En los años 60 se produce el boom de los juguetes de plástico que desplazan a los de madera, cartón y chapa. Las industrias cambian la tecnología de la fabricación y lanzan al mercado juguetes totalmente innovados, con aspecto distinto, con mejores precios, más resistentes y muy originales.

En la década de los 70 aparecen en el mercado unos pequeños muñecos fabricados en plástico con los rasgos pintados, articulados, de pequeño tamaño, con piezas intercambiables, con multitud de accesorios y que innovan el mundo del juguete. Crean personajes que son comandos, vaqueros, niños, chicas y muchos más Son los Playmovil. Surgen otros fabricantes que a la vista del enorme éxito crean muñecos similares entre otros, los Coman Boys. La lista de juegos y juguetes se hace interminable. Los fabricantes innovan constantemente tanto en el diseño como en los procesos de fabricación consiguiendo por un lado unos precios muy económicos y por otro alta tecnología que se cobra a buen precio.