Los años 40 y 50 del S XX son los de la popularización de la radio. Es normalmente el único equipo multimedia que hay en los hogares. Los concursos, la información, las novelas radiofónicas llegan a través de receptores de radio que funcionan con válvulas electrónicas. Dadas las precarias condiciones de la red eléctrica deben conectarse a un elevador de tensión que la gente llama “el voltímetro”.
A finales de los 50 y principios de los 60 la industria electrónica revoluciona el mercado: aparecen los llamados “transistores”, aparatos de radio de pequeño tamaño que funcionan con pilas, en consecuencia portátiles, que incorporan precisamente eso: circuitos electrónicos a base de transistores en vez de válvulas electrónicas.
También por estos años se produce el boom de la música “pop”. Los antiguos discos de música fabricados en ebonita de 78 rpm se transforman en los vinilos de 33 y 45 rpm. Aparecen los tocadiscos o “pic-up” que además también pueden ser igualmente portátiles. Con ellos se produce una revolución en las costumbres de la juventud: la música de moda se puede llevar a cualquier parte y se organizan reuniones con baile y bebidas, que se denominan guateques.
Y ya en plena vorágine de cambio, la empresa Philips lanza al mercado una grabadora y reproductora de música que utiliza unos cartuchos o cassetes de cinta magnética (se le llamó magnetofónica). Además es pequeña, compacta, graba voz, copia música (atención, principio de un problema), y se populariza enormemente.
En esta época también aparece la televisión, en blanco y negro. Sólo se puede ver una cadena que emite ocho horas diarias un rato al mediodía y otro por la tarde-noche. Al igual que el voltímetro que utilizaban los aparatos de radio de válvulas, los televisores utilizan un aparato auxiliar: el estabilizador de tensión. La televisión se hace en colores en los años 80 y además aparecen unos nuevos aparatos, los vídeos que graban y reproducen los programas por medio de una cinta magnética.
En el otro mundo de las imágenes, en la fotografía, hay que constatar una presencia muy escasa de cámaras en los hogares. Las más abundantes son las sencillas de tipo Brownie que hacen fotografías en blanco y negro del mismo tamaño que los negativos en película de celuloide. Se van introduciendo las cámaras de negativos convencionales, primero en blanco y negro y luego en colores, en rollos de 12, 24 y 36 tomas. En los años 60 aparece una nueva presentación en cartuchos o packs, para cargar la cámara de forma más sencilla.
Los teléfonos de los años 50 llevan un disco giratorio para marcar el número, y están fabricados en bakelita de color negro. Cuando alguien llama suena un timbre característico que todos conocemos…
No es necesario insistir en la enorme importancia que la innovación industrial ha ejercido en este aspecto de la imagen y el sonido en nuestros hogares. La creación de todos estos objetos de diseño y fabricación industrial supone una sensible mejora en el desempeño de las tareas domésticas de mediados del siglo XX.