Aparte del trabajo puramente doméstico, los llamados quehaceres de la casa, a mediados del siglo XX se desempeñan multitud de trabajos en los hogares. Este es el caso de sastres y modistas, médicos y practicantes, profesores, etc. bien como actividad laboral principal o como complemento para mejorar los ingresos obtenidos fuera de casa. Obvio es decir que el trabajo de los baserritarras es un claro ejemplo de labores desempeñadas en el propio lugar de residencia.
Pero lo más frecuente es ganarse la vida trabajando en el exterior. Para ello y según cada caso se necesita hacer acopio de los medios necesarios. Así los trabajadores y jornaleros se proveen de fiambreras para llevar la comida. Los agentes comerciales y representantes adquieren máquinas de escribir para realizar sus pedidos. Los médicos llevan su instrumental en el clásico maletín “cabás” que tantas veces hemos visto en el cine. Cada profesión o empleo se acompaña de algún elemento característico.
Además en los hogares también se hacen otros trabajos para casa. Uno tiene una pequeña huerta, otro hace sidra, un buen día se arregla cualquier cosa, etc. Los nuevos diseños que la industria va aportando de forma continuada revolucionan el mundo del trabajo mejorando las condiciones y la seguridad de los trabajadores. La creación de todos estos objetos de diseño y fabricación industrial supone una sensible mejora en el desempeño de las tareas domésticas de mediados del siglo XX.