Hoy en día limpiamos la ropa en lavadoras automáticas que incluso la secan, pero hacia 1940-50 y antes, la realidad es muy distinta.

En esta época para lavar la ropa se utiliza una tabla con hendiduras, un gran balde de agua y jabón. La ropa enjabonada se restriega contra la tabla una y otra vez como amasándola y después se aclara. En muchos sitios se lava en lavaderos públicos frotando igualmente contra una piedra que tiene talladas las hendiduras. Todavía se utiliza la colada, esto es, agua en la que se deposita abundante ceniza y que después se cuela a través de una sábana. Con esta agua se blanquea la ropa. También se añade añil o azulete.

La reina de la limpieza doméstica es la lejía, no existen los detergentes.

Existen en el mercado diversos ingenios, como la lavadora de vacío, que remueve la ropa dentro del balde una vez enjabonada, mediante rápidas inmersiones y extracciones.

Por fin aparece la primera lavadora eléctrica, muy simple, parecida a un bidón con un aspa giratoria que remueve el agua. No la calienta, se vierte directamente del grifo de agua caliente y se vacía en la fregadera con ayuda de una bomba incorporada. Tampoco controla el tiempo, pero es un gran adelanto ya que elimina el duro trabajo de restregar la ropa y su aclarado posterior a mano.

Los suelos de madera se friegan, posteriormente se quita la cera vieja pasando un estropajo de alambre. Finalmente se vuelve a aplicar con un utensilio llamado el palo de dar cera. En algunos hogares se sustituirá por la enceradora eléctrica de vida efímera, ya que en seguida aparece el barniz para suelos, también llamado “pinki”.

En aquellos hogares hay plagas de ratones e insectos y se utilizan diversos artilugios para combatirlos. Algunos de ellos siguen siendo de aplicación.

Se cose, se bordan manteles, sábanas, iniciales en la ropa, se hace punto (tejer ropa de lana), se acortan pantalones, se zurce…

Hacen su aparición también las primeras planchas eléctricas, se extiende el uso de las máquinas de coser..

Falta decir que todas estas labores las hacen las mujeres, aunque alivian en parte su pesada carga gracias a la creatividad de la industria que pone en el mercado y consecuentemente en los hogares todos estos grandes inventos.