(Zestoa, 1885 – Zalla 1937)
Pablo Landa (Zestoa, 20-10-1885; Zalla, 27-06-1937) vino a trabajar desde Zestoa al barrio de Herrera de Altza hacia 1913. Eran nueve hermanos los Landa Iribar, y tanto él como María vinieron a vivir a Herrera, mientras que Pedro, hermano muy vinculado a Pablo, se afincó en Pasai Antxo para trabajar como contratista. Junto a su esposa Jacinta Jaca Sotil (Betelu, 1889 – Altza, 1958) formaron una familia en la casa de Vista Alegre de Herrera, también conocida con el nombre Tantarrene. Tuvieron seis hijos: Martín, Francisco, José Miguel, Isabel, Miguel y Santiago.
Después de vivir y trabajar en la sede de la sociedad deportiva Jolastokieta, alquilaron una vivienda en el primer piso de la casa de Vista Alegre y regentaron una tienda y bar en el bajo. Mientras la esposa Jacinta tenía la responsabilidad de la tienda Pablo trabajaba en el Banco Guipuzcoano de Pasai Antxo y solía andar de casa en casa en Altza y en los pueblos de los alrededores como cobrador. Al mismo tiempo, con la ayuda del Manuel Garbizu responsable del banco, empezó a comercializar marcas de algunos productos.
La vida pública de Pablo Landa basculó sobre dos ejes: el colegio de Herrera San Luis-La Salle y el Municipio de Altza. Esas dos actividades, el de la asociación de padres y el municipio, los desarrolló durante la misma época, ya que, en definitiva, engarzaban con su pensamiento básico: católico y nacionalista. Eso fue, precisamente, la idea principal que, en aquellos tiempos donde las ideologías tuvieron un protagonismo tan importante, guió el comportamiento de Pablo Landa.
Pablo Landa fue presidente de la Asociación de Padres Católicos del colegio La Salle, el cual estaba bajo patronato de la familia Zappino, y vocal del Patronato del la Escuela desde que surgió la Asociación en 1927 hasta el comienzo de la Guerra Civil. El trabajo realizado por Pablo en esa asociación tuvo dos momentos especiales: el primero el 30 de julio de 1933, cuando se homenajeó a los hermanos frailes en respuesta a la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas que pretendía alejarles del ejercicio de la enseñanza; y el segundo, el 12 de agosto de 1934, cuando él mismo fue el homenajeado por el trabajo llevado a cabo como presidente de la Asociación de Padres. Los dos homenajes eran fiel reflejo de los conflictos que estaba viviendo la sociedad de entonces.
También estuvo vinculado a la política. Durante la II República trabajó dentro del Partido Nacionalista Vasco (PNV), regentando en 1932 el bar del batzoki y, a partir de 1933, en el Uri Buru Batza de Altza como tesorero.
Pablo Landa fue asimismo representante del Partido Nacionalista Vasco en el ayuntamiento de Altza desde 1931 hasta su muerte. Fue concejal electo en el ayuntamiento durante tres breves periodos: En los primeros meses de la república, hasta que el gobernador civil del gobierno de izquierdas excluyó del municipio a los concejales electos y nombró un gestora (29-09-1932); durante los diez primeros meses del gobierno de la derecha; y en los últimos meses de la República, cuando a partir de febrero de 1936 el Frente Popular llegó al gobierno. En total, durante tres años escasos. En ese periodo su actividad sobre todo se centró en dos campos concretos, en el de las escuelas y en de obras públicas. Y precisamente, fue en esas dos actividades donde surgirían los enemigos ideológicos y personales que más tarde causarían su muerte.
Pablo ya había huido a Bilbao cuando las tropas fascistas ocuparon Altza (11-09-1936), pero desde el domicilio bilbaíno en el que se hallaba alojado (calle Ribera, 14-2º) continuó trabajando para la administración como “alcalde accidental” hasta la caída de Bilbao.
Mientras, en Altza, los vencedores impusieron su ley: cambio de la corporación municipal, búsqueda de los responsables políticos que no apoyaron la sublevación y represión. Entre otros, se abrieron causas judiciales y se dio comienzo a la incautación de los bienes patrimoniales de los responsables de los partidos y asociaciones que ellos juzgaron ilegales.
De este modo, el 20 de diciembre de 1937 se abre una causa judicial contra Pablo Landa por constar como alcalde accidental de Altza en un carnet datado en Bilbao el 21 de enero de 1937. Tras la correspondiente instrucción y recogida de informes, la causa fue archivada el 25 de septiembre de 1941.
Así mismo, su esposa Jacinta, viuda para entonces, recibió la orden de incautación de los bienes de Pablo Landa. Ante esa grave amenaza, el 27 de agosto de 1938, presento un recurso ante la Comisión Provincial de Incautación de Bienes junto con un certificado firmado por Federico Zappino como presidente de la Junta del Patronato de las Escuelas de San Luis de Herrera (Altza) y una serie de documentos relacionados con la gestión municipal (escuelas y obras), alegando que:
“que si bien era de ideas nacionalistas toda su vida, fue defensor de las ideas de orden y católicas, enfrentándose en muchas ocasiones a los elementos rojos y del Frente Popular.”
El relato de la muerte de Pablo Landa, recogido parcialmente en el recurso a la incautación de bienes y la causa judicial, está basado fundamentalmente en las informaciones recogidas por la familia en aquél momento, informaciones que se han visto confirmadas y ampliadas con los testimonios recogidos en visitas posteriores (1964, 2009) y la búsqueda de documentación histórica: El día que lo mataron, el 27 de junio de 1937, Pablo Landa se encontraba -junto con José Manuel Beretarbide, concejal peneuvista como él en el Ayuntamiento de Altza-, en casa del médico Díez de Urrutia, en Zalla (Bizkaia), donde residía desde poco antes de la caída de Bilbao en manos de los fascistas. Los batallones que defendieron Bizkaia se estaban retirando hacia Santander. En Zalla coincidieron varios batallones, de gudaris y comunistas. Entre estos últimos se encontraban milicianos guipuzcoanos, algunos de ellos altzatarras y cuando se percataron de la presencia en casa del médico de Pablo Landa, fueron en su busca y le dieron muerte a pocos metros de allí, en el camino de entrada al pueblo. A continuación llevaron el cadáver al cementerio y lo metieron en una fosa común.
- LANDA IJURKO, Iñigo: “Gure aitona eta Gerra Zibila, memoria eta Historia”. In: Altza, Hautsa Kenduz XI (2011), pp. 105-134.
- ALTZAKO HISTORIA MINTEGIA: Altzako euskarazko kronikak (1921-1936). Artiga Bilduma 7. Altzako Historia Mintegia (2010), (K 60, 93, 99, 101, 115, 151) 37, 71, 78, 81, 97, 125 orr. Guraso Katolikoen Alkartasuneko lehendakaria eta Eusko Batzokiko diruzaina.