En el año 1847 nació, en lo que hoy es la plaza de Herrera, la primera fábrica moderna de Altza, una fábrica de jabón levantada por una mujer, Josefa Tito Recalde. Esta donostiarra nacida el 9 de abril de 1802[1], y fallecida poco antes de cumplir los 56 años, -el 18 de marzo de 1858-, mostró su personalidad como empresaria tras producirse el fallecimiento en 1842 de su marido, Francisco Rodríguez Cárdenas. En ese momento, Josefa Tito, viuda de Rodríguez y madre de tres chicas y dos chicos de entre 10 y 19 años, tomará todo el control de los negocios comerciales dirigidos hasta entonces por su marido, dándoles un carácter más productivo e industrial, sumándose de este modo a la corriente que impulsó la primera industrialización moderna de Gipuzkoa tras la finalización de la primera guerra carlista (1833-1840).
La presencia de mujeres en un mundo empresarial dominado por hombres es algo excepcional. Amparada en su condición de viuda, Josefa Tito es una de esas excepciones. Hemos querido indagar en su biografía y conocer su labor como empresaria, un trabajo que ella ha facilitado en gran medida gracias a que tuvo el cuidado de dejar registradas en escrituras públicas buena parte de su actividad, lo que ha permitido el rastreo documental en el archivo de protocolos de Oñati, principal fuente de información de este trabajo. Los documentos, y la transcripción de algunos de ellos, se pueden consultar en la Colección Local de Altza.
Este acercamiento a la biografía de esta mujer y a su fábrica de jabón lo hemos hecho a través de cuatro apartados: La familia de Josefa Tito; Los negocios de Francisco Rodríguez y Josefa Tito; La fábrica de jabón de Josefa Tito, y, por último Hijos de Viuda de Rodríguez.
La primera referencia familiar de Josefa Tito se remonta a 1783, año en el que su padre, Lorenzo Tito fija su residencia en Donostia. Así consta en la «Relación de los extranjeros residentes en San Sebastián en Enero de 1817«[2], en la que se registra la nacionalidad piamontesa de Tito, de oficio latonero, y con un tiempo de residencia en la ciudad de 24 años.
Sobre el apellido Tito, todo parece indicar que originalmente debía ser Tiro. Así queda recogido en el acta matrimonial de Lorenzo Tiro Tarantina y Francisca Recalde Sagastiberria, fechado el 21 de septiembre de 1795, en Hondarribia. Tiro y Tarantina son apellidos italianos que concuerdan con la citada ascendencia piamontesa del padre de Josefa. Además, con esa misma grafía quedará registrado también el bautizo del primer hijo de la pareja, bautizado en Hondarribia nueve meses después de la boda. Los siguientes seis hijos del matrimonio, sin embargo, nacerán en Donostia y serán registrados como Tito Recalde. Entre ellos se encuentra María Dionisia Josefa Dominica, nuestra protagonista, que nacerá en tercer lugar en 1802, y será la mayor de cuatro hermanas[3].
Afincado en Donostia, intramuros, Lorenzo Tito aparecerá en la lista de propietarios gravemente perjudicados por el transcendental incendio de la ciudad en 1813. Junto con otros 77 propietarios subscribirá el 18 de septiembre de 1815 un escrito al Ayuntamiento donostiarra solicitando autorización para la reconstrucción de sus casas[4]. En total, dos fueron las propiedades intramuros que el matrimonio Tito-Recalde dejó a sus descendientes: un solar en la calle Poyuelo-bajo (actual Fermín Calbetón) y una casa en la Plaza Vieja, junto a la puerta de tierra y pegante a la muralla (hoy Boulevard)[5]. Estos bienes terminarán en manos de Josefa Tito, como veremos más adelante.
Con 20 años, Josefa Tito contraerá matrimonio por poderes con Francisco Rodríguez Cárdenas el 23 de junio de 1822, en la iglesia donostiarra de Santa María. En la carta de poder[6] que otorgará el futuro marido al padre de la novia para celebrar el matrimonio, tanto el apellido del padre como el de la hija aparecen como Fito, en lugar de Tito. Este error será la razón por la que en la partida de matrimonio el apellido de Josefa está escrito como Fito, y con esa grafía quedará registrado un año después el bautizo de la primera hija de la pareja en Hondarribia. Esta alteración del apellido no se volverá a repetir.[7]
Por la mencionada carta de poder, sabemos que Francisco Rodríguez era natural de Quéntar (Granada) y sargento primero de la Sexta Compañía del Segundo Batallón Imperial Alejandro, batallón que en esas fechas iba a ser desplazado a un nuevo destino, razón por la que no podría asistir en persona a su boda. El Imperial Alejandro era un regimiento de marcada ideología liberal[8] y con la reimplantación del absolutismo en 1823 esa unidad militar será suprimida.
A ese hecho de la disolución del regimiento al que pertenecía Francisco Rodríguez, hay que añadir otros dos acaecidos ese mismo año de 1823 que marcarán el inicio de su carrera comercial bajo el paraguas de la familia Tito-Recalde: el 7 de junio nacerá su primogénita, Norberta, y el 16 de noviembre fallecerá su suegro, Lorenzo Tito.
Del matrimonio Rodríguez-Tito nacieron tres mujeres y tres varones: Norberta (1823), Teresa (1826), Juan (1828), Florencia (1830), Andrés (1832) y Manuel (1834). Este último murió al año de nacer. Pero además de crear una familia, la pareja tejió un negocio comercial con Rodríguez como cabeza visible y Josefa Tito como el soporte sobre el que se asienta.
Los negocios de Francisco Rodríguez y Josefa Tito
El patrimonio de la pareja Rodríguez-Tito se constituirá sobre tres pilares: las relaciones y favores, el legado familiar, y una eficaz administración de los negocios.
La relación mantenida con un altzatarra, José Manuel Zuazola Arzac (Altza, 1749-1834), va a tener un papel importante en los primeros años de los negocios de Josefa Tito. Transcurridos tres años desde la boda, el 1 de agosto de 1825, Francisco Rodríguez, ex militar metido a comerciante, registra una escritura de obligación donde dice: «que hallándose sin medios para atender al pago del surtido de licores de su tienda, recurrió a la generosidad de Don José Manuel de Zuazola, vecino de la Población de Alza, jurisdicción de esta misma ciudad, pidiendo quatro mil quinientos y sesenta reales de vellón con calidad de reintegrarle tan pronto como adquiera medios«[9].
Este generoso favor de Zuazola no es más que una correspondencia para con Josefa Tito y su familia. De edad avanzada, Zuazola posee el mayorazgo de la casa solar de su apellido, en Azkoitia, y tiene propiedades en Mutriku y en Altza, donde está arraigado y participa en los asuntos públicos como descendiente, por parte de madre, de la casa solar Larrerdia (linaje Arzac-Larrerdi). Cuando otorgue testamento en 1826[10], la primera disposición que hará tras las mandas religiosas, estará dedicada a Josefa Tito: «es mi determinada voluntad que el año de mi post-morten, las rentas todas del referido Vínculo [Zuazola, de Azkoitia] sean para Dª María Josefa Tito, atendiendo a los muchos favores que tengo recibidos de ella y de sus Padres. Así bien quiero y es mi voluntad, se la dé a la insinuada Dª María Josefa Tito en toda propiedad y usufructo la Casa con su huerta, manzanal y tierra labrantía que poseo, sita en la plaza pública de la Villa de Motrico.» Más adelante, dispone que «el quinto de todos estos [el resto de propiedades] se entregue por vía de legado, o como más haya lugar en derecho a Teresa de Jesús mi ahijada, hija de la indicada María Josefa de Tito«. Termina la escritura nombrando testamentario a Francisco Rodríguez.
No tenemos la seguridad que todas las disposiciones testamentarias se ejecutaran, porque, por ejemplo, la propiedad de Mutriku no aparecerá reflejada en el patrimonio de Josefa Tito. En aquellas fechas Zuazola debía estar pasando por una situación económica y personal muy complicada. De edad muy avanzada, endeudado para poder sobrevivir, se vio obligado a ceder el mayorazgo a uno de sus hijos, así como a vender sus propiedades en Altza.
Una de esas propiedades interesa especialmente a este trabajo, porque se trata de la venta realizada a Francisco Rodríguez y Josefa Tito el 16 de mayo de 1826 de una casita y su huerto, conocida con el nombre de Zubigain, en Herrera, que «alinda con las tierras de José Bernardo Echeverria [Peruene] por la parte superior, y en lo demás con el puente y camino que dirige para Alza» [11]. Será sobre este solar donde Josefa Tito construirá veinte años más tarde la futura fábrica de jabón.
El legado familiar es otro pilar sobre el que se conformará el patrimonio de Josefa Tito. En un principio, a ella le correspondería una séptima parte de los bienes raíces dejados por sus padres tras fallecer. El testamento de unos de los hermanos, Manuel, de fecha 25 de septiembre de 1840, -que se completará con dos codicilos escriturados pocos días después, los días 26 y 29-, nos dan las pistas de la razón por la que todo el legado familiar quede para Josefa[12].
Manuel Tito, dos años mayor que Josefa, hizo fortuna en Cuba, arraigando en Matanzas. Desde su buena posición, ayuda económicamente a los demás hermanos a cambio de recibir la parte que cada uno de ellos tiene en los bienes raíces dejados por los padres. El se hará, por tanto, con toda la propiedad de la casa familiar, en la que sigue viviendo Josefa Tito con su familia. En esas fechas de 1840, Manuel aparece viviendo en San Sebastián, con la familia de Josefa, y gravemente enfermo, por lo que decide hacer testamento. En el testamento declara que lleva casado catorce años con Francisca Arrarte, con quien ha tenido tres hijos, menores de edad, por lo que nombra a su esposa tutora y curadora de ellos. Declara que marido y mujer son propietarios de dos casas en Matanzas y nombra albacea para los asuntos de Cuba a su esposa. Para los asuntos de San Sebastián, sin embargo, nombra albacea a Francisco Rodríguez, a quien lega sus efectos personales.
Pero esa escritura de testamento se verá ampliada y concretada al día siguiente con cuatro disposiciones más, una de ellas favorables a los hijos de Josefa Tito: repartir el valor de «seis negros» que tiene en Matanzas entre los hijos de Josefa Tito y Francisco Rodríguez, un tercio para la mayor, Norberta, y dos tercios para los demás.
Tres días después, el 29, un segundo codicilo añade una nueva disposición, en la que se puede entrever cierta intervención de Josefa Tito en las últimas voluntades de su hermano: «Declara que esta casa en que havita señalada con el nº 7 pegante a la muralla Real y Puerta de tierra en la Plaza vieja de esta Ciudad, y un terreno pequeño en la calle del Puyuelo bajo, fueron los únicos bienes raíces que dejaron sus padres Don Lorenzo Tito y Doña Francisca Recalde, y ambas fincas se hallan cedidas al otorgante por todos sus hermanos en remuneración de anticipos que les tiene hechos de mayor cantidad de la que les pudiera corresponder en dicha casa y terreno; y queriendo manifestar a su hermana Doña Josefa Tito esposa de Don Francisco Rodríguez en cuya compañía vive el otorgante, lo agradecido que se halla por sus incesantes cuidados en la larga enfermedad que sufre, ha deliberado legar y lega la referida casa nº 7 y el terreno referidos a la misma su hermana Doña Josefa Tito para que las posea y goce en los muchos que la desea; previendo que si algún hermano reclamase contra este legado, deberá satisfacer a la misma Doña Josefa las cantidades que le estuviese deviendo al otorgante sea por anticipos de dinero sea por alimentos, pago de pasage…».
Manuel Tito fallecerá pocos días después, el 19 de octubre.
Josefa Tito y su marido, además de beneficiarse de favores y amarrar el legado familiar, demostraron tener una buena aptitud comercial. A excepción de aquella primera escritura de 1825, citada más arriba, que hablaba de una deuda contraída con Zuazola, el resto de la documentación nos presenta a los Rodríguez-Tito como acreedores. En esa buena marcha de los negocios contribuyó a su favor la evolución de la guerra civil entre carlistas y cristinos, entre los años 1833 y 1840, en la que estuvieron posicionados desde el primer momento, al igual que la ciudad, junto al que será el bando vencedor, el liberal.
La documentación, -la mayor parte de ella generada por Josefa Tito tras enviudar y para reclamar deudas pendientes de cobro-, muestra el amplio ámbito geográfico en el que desarrollaron su actividad comercial y de otro tipo, relacionados con la guerra, como abastecimiento de tropas, concesión de créditos o compensación por daños: Jaén (1838), Cestona (1840), San Sebastián (1842), Madrid (1845), Zaragoza (1848), Bera (1850), Vitoria (1850), Segovia (1856), Pamplona (1856)[13].
Francisco Rodríguez fallecerá a finales de 1842, en una fecha posterior al 7 de octubre, -día en el que hizo testamento en Pamplona[14]– y anterior al 18 de noviembre, día en el que Josefa Tito, viuda de Rodríguez, otorga licencia de embarque a su hijo Juan, de 14 años, para que viaje a La Habana[15]. La razón de ese viaje, seguramente, sería el cobro de la herencia dejada por Manuel Tito a favor de los hijos de Josefa, consistente en el valor de la venta de «seis negros» que poseía en Matanzas. Precisamente, Francisco Rodríguez, tres meses antes de morir, otorgó una carta de poder a favor de Tomás Irigoyen, vecino de Matanzas, con ese propósito[16].
Tras el fallecimiento de Francisco Rodríguez, la condición de viuda va a facilitarle a Josefa Tito el acceso al control total de los asuntos familiares y los negocios. Así lo expresan sus hijos en el convenio que firman sobre el reparto de bienes tras el fallecimiento de ella en 1858: «que desde la época de la muerte del padre hasta la de la madre, corrió ésta con el manejo de todos los bienes y negocios de la casa, sin que se hubiese hecho inventario, liquidación, ni otra operación relativa a lo que hubiera dejado aquel.»[17]
Ya hemos visto cómo nada más fallecer su marido, envía el mayor de sus hijos varones a Cuba a cobrar la herencia de su hermano Manuel, y, de este modo, continuará tomando decisiones claramente encaminadas a reunir dinero en efectivo, recuperando cantidades de las que era acreedor su marido[18]. También venderá algunas de sus propiedades: el 10 de febrero de 1843 un terreno en el monte altzatarra de Kutarro[19], y el 11 de octubre de ese mismo año el solar que fue de sus padres en la calle Puyuelo[20].
Pero la decisión más importante y personal de Josefa Tito será la de invertir en levantar una fábrica de jabón en el terreno que ella y su marido compraron a José Manuel Zuazola en Herrera. La coyuntura respaldaba una decisión de ese tipo. El traslado de las aduanas a la costa en 1841, tras finalizar la guerra carlista, abrió el mercado español a los productos gipuzkoanos. A eso habrá que añadir el hecho de que, lindando a su terreno, se estaba construyendo una importante infraestructura, la carretera general que unirá Andoain con Irun, pasando por Donostia, que será inaugurada el 1 de junio de 1847.
La fábrica de jabón de Josefa Tito, viuda de Rodríguez
En un escrito presentado ante el Ayuntamiento de Altza el 13 de noviembre de 1846, Josefa Tito «expone que al contacto del Riachuelo que baja al arco del Paredón Construido para el camino Real al par de la Herrera, y junto al Terreno y huerta de la propiedad de la exponente intenta construir una Casa.» El regidor presidente de Alza respondió que no era de su competencia[21], por lo que trasladará de nuevo esa solicitud al Ayuntamiento donostiarra dos días después, exponiendo: «que en un pequeño Terreno que baña el agua de la mar en mareas vivas, y existe junto a las Tierras propias de la exponente, entre el Camino Carretil que desde la Herrera se dirige a Alza, poco antes de la subida, y el riachuelo que baja al arco del paredón Construido para el nuevo Camino real, al par de la misma Herrera, como a un tiro de pistola de distancia de otro paredón, por la parte del Mediodía, intenta construir una casita con objeto de establecer en ella Fabrica de Javon.»[22] La autorización le fue concedida con la condición de que la casa no interrumpiera el tránsito de los caminos vecinales.
Posteriormente, en junio del año 1847, Josefa Tito pidió autorización al Comandante militar de Marina del puerto de Pasaia, para dedicar al cultivo una porción de tierra en la playa que ocupa el mar cercano el terreno, a lo que la autoridad militar respondió que «podía reducirse a cultivo el fangal o playa que cubre la marea que solicita Dª. Josefa Tito viuda de Rodríguez, ya que no se perjudicaba ni el puerto ni el tráfico de él.»[23]
Con los permisos concedidos, tan solo un año después la nueva fábrica está instalada. Pero Josefa Tito está necesitada de financiación. El 14 de diciembre de 1847 obtiene un préstamo de manos de Juan Queheille por valor de 80.000 reales vellón, sin intereses, comprometiéndose a devolverlo en el plazo de un año. Para ello, hipotecará la casa-fábrica de jabón cuya valor estimado asciende a 111.053 reales[24].
La escritura de hipoteca viene acompañada de un inventario detallado de la nueva fábrica:
Valor de la Casa: 41.562 r.v.
Efectos para elaborar jabón: 23.091 r.v.
- Una caldera con su borneadura: 3.487 r.v.
- Seis ídem con sus correspondientes piedras: 3.200 r.v.
- Dos hornos: 1.200 r.v.
- Un sangrador y contra ídem con sus correspondientes conductos: 5.324 r.v.
- Colocación de dichas con inclusión de materiales que a su rededor lleva: 2.456 r.v.
- Una canal seis falcas de pisones de jases y tablado de caldera: 2.100 r.v.
- Una piedra para colar, siete cubos para legías, uno de baño y su colocación con mampostería que alrededor lleva: 1.924 r.v.
- Varias menudencias necesarias: 3.400 r.v.
Género existente: 40.800 r.v.
- Quinientas cincuenta arrobas jabón elaborado y elaborándose a cuarenta y seis reales arroba: 25.300 r.v.
- Trescientos quintales barrilla a cuarenta reales: 12.000 r.v.
- Doscientas arrobas harina inferior a diez reales arroba: 2.000 r.v.
- Cal y leña: 1.500 r.v.
Efectos para hacer fideo: 5.600 r.v.
Una prensa con su olla y plato: 5.600 r.v.
Total: 111.053 r.v.
Con la industrialización, todo lo referido a la higiene dejó de ser un lujo para convertirse en una necesidad básica en todos los ámbitos de la vida, pasando de una fabricación principalmente doméstica y artesanal, a otra industrial y en grandes cantidades. Aunque la pequeña empresa de Josefa Tito sea del todo desconocida y no haya alcanzado la fama y la trayectoria de otras, como, por ejemplo, el jabón Lagarto, producido en el Antiguo por Lizarriturry y Rezola desde 1864, fundada 17 años más tarde que la de Tito, a ella cabe reconocerle el mérito de ser una pionera en esa industria.
Un nuevo dato que nos ofrece el inventario es que la fábrica, además de jabón, también producía fideos, un producto extraño a la gastronomía española cuyo consumo empezaba a ponerse de moda en aquellas fechas. Relacionado con esta incursión de Josefa Tito en la producción de alimentos, la documentación nos muestra que también probó con la elaboración de pan, -el 24 de septiembre de 1848 arrienda una habitación y el horno de cocer pan de La Casa Nueva, intramuros de la ciudad[25]-, una muestra más del espíritu emprendedor de esta mujer.
Se ve que el espacio que ofrecía la casa-fábrica y el trozo de playa convertido en huerta no era suficiente para la actividad que quería desarrollar y encontró en el propietario del caserío Peruene, situado al otro lado del riachuelo, un colaborador con el que entabló una estrecha relación laboral.
El 17 de febrero de 1850, Josefa Tito y José Bernardo Echeverría, propietario de Peruene, firman un convenio[26] por el que acuerdan la construcción de una tejavana pegante a la fachada norte del caserío, «para objetos de su utilidad«, con las siguientes condiciones:
1ª Echeverría construirá las paredes y las ventanas, según las indicaciones de Tito, y ella costeará la puerta, el tejado, todo el maderamen y demás obras interiores, así como el enrejado de las ventanas.
2ª Echeverría da en arriendo la tejavana con un terreno por tiempo de cinco años, a contar desde el día de la ocupación, por una renta de cien reales anuales.
3ª Cumplido el plazo, Tito podrá dejar el arriendo si le conviene, extrayendo todo el material empleado por su cuenta, pero si Echeverría quisiera comprarlo, al precio fijado por un perito, debería dejar la tejavana sin extraer ningún material.
Una nueva muestra de la sintonía que había entre los dos la tenemos en la compraventa de una pequeña porción de la huerta de Peruene que tendrá lugar el 29 de abril de 1851[27], con la que quedará definitivamente conformada la propiedad de la casa-fábrica Tito.
Ese mismo día, Tito y Echeverría firman un convenio[28] por el que «con el fin de hacer la conducción de los productos elaborados en las fábricas de jabón común y fideos, que posee dicha Señora en dicha población, así como de los efectos necesarios para la elaboración, desde las fábricas a ésta Ciudad y viceversa«, convienen los siguiente:
1º Josefa Tito «se obliga a dar al expresado D. José Bernardo Echeverria, o en falta de él a su hijo José Antonio, la conducción de los productos elaborados en dichas sus fábricas que en carro de bueyes tuviere que mandar a ésta Ciudad, o viceversa de aquí a las fábricas de los efectos que para la elaboración necesitare.»
2º «El precio de cada carretada de un punto a otro será de diez y seis reales vellón, y si a su regreso tuviere carga, llevará por los dos veinte y seis reales.»
3º «Se comprende por carretada un peso que no baje de ciento veinte arrobas guipuzcoanas sea cual fuere los efectos de que se componga, excepto el del fideo que podrá entenderse siempre que no baje de cien arrobas ni pase de ciento veinte.»
4º «Queda por cuenta del carretero conductor satisfacer los derechos que hay y pudiere haber de cadenas, puertas y demás.»
5º «Será obligatorio en la Sra. compareciente el mandar ayudar al carretero a cargar y descargar los efectos siguientes: aceite en barriles o pellejos, barbilla en cerones o a granel, potasa, sal marina, harina en sacos, lo demás que conduzca será de cuenta del mismo carretero.»
6º «El carretero se obliga a conducir las cargas en cualquier día y hora que se le señale, sin que para evitarlo le sirva excusa alguna siempre que se ponga en su conocimiento el día anterior al en que tenga que conducir las cargas, esto es, si ha de llevarlas al amanecer, de lo contrario con solo dos horas de anticipación.»
7º «El carretero conductor debe ser indispensablemente el compareciente D. José Bernardo Echeverria, o bien su hijo José Antonio.»
8º «Desde el momento de recibir las cargas, que será al pie del carro, y que pertenezcan a las fábricas de fideo y jabón, hasta su completa entrega en los almacenes o fábricas de la Sra. viuda otorgante, quedan por cuenta y riesgo del expresado Echeverria, o en falta de él de su hijo José Antonio, debiendo satisfacer, tan luego como se le reclamaren, los daños y perjuicios que por cualquier evento pudieran ocurrir, y sin que nada les sirviere de excusa.»
9º «Si por un caso como el de enfermedad, el D. José Bernardo o bien su hijo, no pudieran conducir las cargas según previene el artículo séptimo, pueden poner siempre que así lo manifiesten, otro carretero en su lugar, pero bajo la expresa condición de lo que el artículo octavo señala.»
10º «El carretero de que se trata en el presente convenio principiará desde hoy día de la fecha, y no se extenderá a más que en vida del compareciente Echeverria y de su hijo José Antonio, quedando nulo y de ningún valor desde el momento del fallecimiento de ambos.»
Además de estos detalles relativos a la infraestructura y logística de la fábrica, conocemos también algunos detalles importantes sobre la financiación. El préstamo hipotecario que Josefa Tito obtuvo de Juan Queheille el 14 de diciembre de 1847 por valor de 80.000 r.v., será devuelto en dos plazos, la primera mitad el 1 de enero de 1849 y la segunda el 26 de diciembre de ese mismo año[29]. Tres años más tarde, el 12 de enero de 1853, Tito se verá de nuevo en la necesidad de hipotecar la casa-fábrica de jabón para obtener de Juan Queheille un nuevo préstamo de 40.000 r.v., a devolver en un plazo de cuatro años, en esta ocasión a un interés del 5% anual. No podrá devolver el préstamo en la fecha convenida y prorrogará la obligación hipotecaria dos años más, hasta el 12 de enero de 1859[30]. Pero, antes de que se cumpla el plazo, le sobrevendrá la muerte, el 18 de marzo de 1858.
Tres meses después del fallecimiento de Josefa Tito, el 28 de junio, los hijos se reunirán y firmarán un convenio para la repartición de los bienes de sus difuntos padres[31]. Hay buen entendimiento entre ellos. En primer lugar, los hijos solteros que vivían con la madre, Norberta, Juan y Andrés, harán el inventario y valoración de todos los bienes y, a continuación, las hermanas casadas, Teresa y Florencia, plantearán una propuesta de acuerdo, que será aprobada por unanimidad. Los hermanos solteros crearán una sociedad mercantil, Hijos de Viuda de Rodríguez, que se escriturará el 24 de julio[32], y se hará cargo de la administración de todo los bienes inventariados, comprometiéndose al pago durante nueve años a las otras dos hermanas, Teresa y Florencia, de «una cantidad alzada que figura en documento privado«, más un interés del 4%.
La sociedad Hijos de Viuda de Rodríguez se regirá por las siguientes condiciones de organización y funcionamiento:
1ª Se forma la sociedad para un tiempo de nueve años consecutivos, quedando el uso de la firma social en manos de Juan y Andrés.
2ª Las decisiones se toman por mayoría absoluta de dos votos.
3ª «La parte de interés o representación es y será igual entre los tres socios, fuera de un pico de tres mil trescientos treinta y tres reales doce maravedís, que desde luego debe abonarse a Doña Norberta, por causa de todos sabida«.
4ª Si uno de los socios abandonara la sociedad, o que «considerándose seguro dentro de ella no se ocupase en todos los negocios con el interés y celo que reclaman el buen nombre y crédito que ha heredado de su difunta madre», deberá «salirse de casa en el momento que sea intimado por la mayoría…».
5ª El socio saliente solo tendrá derecho a reclamar dos terceras partes del interés que realmente representara.
6ª El trabajo material del movimiento de la misma y de la fábrica de jabón estará distribuido en la forma siguiente: La correspondencia y cuidado de los almacenes, correrá a cargo de Andrés; La contabilidad o teneduría de libros, Andrés; La caja a cargo de Andrés y Norberta; Las ventas por menor de la tienda, al cuidado exclusivo de Norberta; La intervención y faenas que exigiesen la fabricación de fideos y jabón a cargo de Juan y Andrés.
7ª Quedan obligados, en cualquier caso, «a ayudarse recíprocamente en obsequio a la armonía e interés común«.
8ª Cada socio tendrá su cuenta abierta para cargar sus gastos particulares, y los generales (manutención, alquileres, soldada de criadas, etc.).
9ª «En el caso previsto que Don Juan y Don Andrés contrajesen matrimonio, instalándose en una habitación que no sea la de casa, se tomará en consideración el ahorro de su alimentación en la misma, abonadosele su equivalencia, en efectivo, mientras dure la Sociedad.»
Hasta 1868[33] no contamos con información que hable de la fábrica de jabón y fideos. La primera mención es del 21 de abril, cuando los altzatarras José Ramón Arzac Echeverría y Cosme Arzac Arrieta se reúnen en la casa-fábrica de jabón para firmar un convenio sobre los derechos de las fincas de Estibaus y Amoreder[34], sin que sepamos la razón de la elección de la casa-fábrica como lugar de reunión.
Ese año vencía la escritura de constitución de la sociedad. Los tres socios-hermanos se reunirán el 27 octubre para prorrogar por otros nueve años la actividad de la sociedad mercantil Hijos de Viuda de Rodríguez[35]. La escritura de renovación presenta pocas novedades con respecto al convenio anterior. En esta ocasión se precisa la cantidad a la que asciende el capital social que «consiste en treinta mil duros o sean sesenta mil escudos«.
La otra novedad que nos revela el documento es el cambio de estado civil de Andrés. Este contrajo matrimonio en 1863 con Micaela Beraza Arteche, y tendrán dos hijas, Francisca y Teresa. La eventualidad de que uno de los dos hermanos se casara ya estaba prevista desde la creación de la sociedad, por lo que no tuvo mayores consecuencias en la empresa. Los tres seguían estrechamente unidos. Andrés, que enviudará pronto, en 1870, hará testamento el 16 de noviembre de 1871, dejando toda su herencia a sus dos hijas, y nombrando albacea a su hermano Juan[36]. Cuatro años más tarde, el 16 de agosto de 1875, Norberta y Juan formalizan juntos sus testamentos[37], y se instituyen recíprocamente entre sí por herederos universales y testamentarios.
Ese mismo año de 1875, Andrés se estrenará en la política municipal donostiarra como concejal. Juan también tocará el campo de la política municipal, como teniente alcalde, los años 1885 y 1886[38]. Juan fallecerá en este año, el 4 de mayo. Tres meses antes, el 17 de febrero, había fallecido su hermana Norberta.
Pero para cuando Norberta y Juan habían fallecido, dos años antes, el 7 de noviembre de 1884, ya se había producido el final de la sociedad Hijos de Viuda de Rodríguez[39]. El último convenio había ya expirado en 1877, pero la compañía continuó funcionando bajo las condiciones establecidas en la última escritura.
Andrés decide dejar la sociedad y la separación se desarrollará en perfecto entendimiento, como en los veinte seis años precedentes. El capital de la sociedad está formado por una casa, compuesta de tres cuerpos de edificio, y su huerta, en Herrera, procedente de la herencia de su madre, Josefa Tito. Además, poseen una casa en la calle Legazpi, en la ciudad, comprada por la sociedad. Una vez verificada la liquidación de la sociedad, la cantidad resultante a favor de Andrés es de 83.6887,50 pts.. En esa cantidad va incluida el valor de la casa con huerta de Herrera, con un valor de 4.700,39 pesetas.
Podemos hacernos una idea precisa de en qué medida y cómo incrementaron su patrimonio los hermanos-socios a partir de la herencia de su madre, Josefa Tito, fijándonos en la herencia que deja Juan[40] cuando fallece, año y medio después de la disolución de la sociedad y tres meses después de que muriera su hermana y socia Norberta, de quien fue heredero de todos sus bienes.
El valor de todos los bienes de Juan ascendía a 149.525,72 pts, desglosados de la siguiente manera:
- Dinero en efectivo: 74.334,3 pts.
- Una casa en la calle Legazpi, valorada en 60.000 pts. (adquirida por la Sociedad, Andrés cederá su parte con el acuerdo de rescisión)
- 2/3 partes de la casa con huerta en La Herrera, valorada en 4.000 pts. (1/3 herencia de su madre, más 1/3 herencia de Norberta. El otro 1/3 es de Andrés)
- Letras por valor de 6.663,64 pts.
- Láminas de la deuda perpetua, al 4%: 4.527,75 pts.
La herencia de Juan fue repartida entre sus tres hermanos supervivientes, Teresa, Andrés y Florencia, y un hijo natural reconocido, Nemesio Rodríguez de Soráiz. A Nemesio y Florencia les pagarán en efectivo, mientras que las fincas se repartirán entre Teresa y Andrés. En lo que a la casa de Herrera se refiere, un tercio será para Teresa y el otro para Andrés, quien ya era poseedor de la tercera parte restante con anterioridad.
Así aparece descrita la casa de Herrera en la escritura: «Importe de dos terceras partes proindiviso de una casa con huerta, situada en el punto denominado ‘La Herrera’ jurisdicción municipal de la Población de Alza. Dicha casa se halla señalada con el número veinte y siete; consta de tres cuerpos de edificio: el primero, que dá al Norte, se compone de piso bajo, principal y desván; el segundo, que ocupa el centro, de piso bajo, principal, segundo y desván; y el tercero que ocupa el extremo del Sur, de piso bajo solamente. Mide su solar trescientos once metros y treinta decímetros superficiales y confina con el Sur con pertenecidos de la Empresa del Ferro-Carril del Norte, por el Este con un camino publico que se dirige a la Población de Alza, y por el Norte y Oeste con su huerta. Esta huerta mide una extensión superficial de setecientos veinte metros, y cincuenta y cinco decímetros superficiales, está cercada en parte por la casa y en el resto por paredes de mamposteria a cal y canto; la superficie ocupada por estas paredes es de sesenta y siete metros y trece decímetros superficiales; y confina por el Norte y Oeste con un camino de servidumbre para el caserio llamado ‘Peruene’, por el Sur con pertenecidos de la Empresa antes citada y por Este con la casa.»
Herrera en 1895. La Casa Fábrica Tito en el centro de la imagen.
—–
Andrés, además de ser el propietario mayoritario de la casa de Herrera, será quien mantenga una más estrecha relación con Altza invirtiendo en la compra de propiedades rurales. Entre 1887 y 1896 se hará con la propiedad de los caseríos Larreandi, Kastillun y Aduriz[41].
No sabemos exactamente en qué año dejaron de producir jabón y fideos. Probablemente, en torno a 1877, al finalizar la prórroga de 1868. En la escritura de disolución de 1884 ya no se dice nada.
La memoria de la fábrica, sin embargo, permaneció medio siglo más en el nombre de la casa de vecindad: en el Censo Electoral de Altza 1894, en Fábrica Tito viven tres electores[42], y en el de 1934[43], aparecen registrados siete electores y cinco electoras con domicilio en casa Fábrica Tito. La propietaria de la casa era Francisca Rodríguez Beraza, nieta y heredera de Josefa Tito Recalde, aquella mujer empresaria pionera de la industrialización moderna en Gipuzkoa que estableció la primera fábrica de Altza en Herrera.
[1] Mientras no se diga otra cosa, todas las fechas de bautizo, matrimonio o defunción están tomadas de los libros sacramentales del Archivo Histórico Diocesano de Donostia. https://artxiboa.mendezmende.org
[2] Aparicio Pérez, Celia: Poder municipal, economía y sociedad en la Ciudad de San Sebastián (1813-1855). Instituto Dr. Camino, 1991, p. 388.
[3] En los libros sacramentales gipuzkoanos constan los fallecimientos del padre (1823) y de la madre (1825) de Josefa, y el de su hermano Manuel (1840). No tenemos información sobre los fallecimientos de sus otros cuatro hermanos. Tampoco conocemos el lugar de nacimiento de la madre, Francisca Recalde.
[4] Muñoz Echabeguren, Fermín: La vida cotidiana en San Sebastián después de la destrucción de la ciudad 1813-1816. Kutxa Fundazioa, 2006, pp. 312-316. Sada, Javier Mª: «Donostiako hiriaren historia bertako pertsonaien bidez», Alberdania, 2002, p. 308
[5] AHPG-GPAH 3-0144,A:788
[6] AHPG-GPAH 3-0012,A:55
[7] El fallecimiento del padre de Josefa está registrado en Lezo como Lorenzo Zito.
[8] El regimiento Imperial Alejandro, «el moscovita», fue creado por el zar Alejandro de Rusia con soldados españoles desertores del ejército de Napoleón. Tras ser enviado a España, fue protagonista en el triunfo del pronunciamiento de Riego de 1820. https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=171762
[9] AHPG-GPAH 3-0029,A:74
[10] AGG-GAO PT786,A:215r-218v
[11] AHPG-GPAH 3-0127,A139
[12] El testamento en AHPG-GPAH 3-3352,A214, y los codicilos en AHPG-GPAH 3-3352,A218-219
[13] AHPG-GPAH 3-0178,A427r; 3-0192,A004r-005r; 3-3340,A343r-344r; 3/3346,A:137; 3/346,A:241; 3/2851,A:137; 3/2851,A:183; 3/2854,A:610
[14] La fecha y lugar donde se hizo se cita aquí: AHPG-GPAH 3/2855,A397r-400r. El contenido del mismo, por el contrario, lo desconocemos.
[15] AHPG-GPAH 3/0178,A400
[16] AHPG-GPAH 3/0789,A:140
[17] AHPG-GPAH 3-2855,A:397
[18] El 20 de diciembre de 1842 firma una carta de poder para intervenir en defensa de los intereses de su difunto marido ante el Ayuntamiento en un conflicto sobre abastecimiento de tropas en San Sebastián. (AHPG-GPAH 3-0178,A427r), y el 8 de enero de 1845, Josefa Tito otorga una carta de poder a Ignacio Barril, vecino de Madrid, para cobrar del estado las cantidades de créditos y adelantos realizados a la Hacienda Nacional y a las Tropas del Ejército, así como por «daños y perjuicios causados a la compareciente en sus bienes en la última guerra civil.» (AHPG-GPAH 3-0192,A004r-005r)
[19] AHPG-GPAH 3/0190,A:12
[20] AHPG-GPAH 3/0144,A:788
[21] Archivo Histórico de San Sebastian, Fondo: Altza, 040-04
[22] Ibidem
[23] Ibidem
[24] AHPG-GPAH 3/0183,A:479
[25] AHPG-GPAH 3/3340,A:244
[26] AHGP-GOAH 3/3346, A: 041r-042v
[27] AHPG-PGAH 3/3337, A: 158. La medición y tasación es de fecha 22.
[28] AHGP-GPAH 3/3337, A: 159r-160v
[29] AHPG-GPAH 3/3142,A:4; AHPG-GPAH 3/3142,A:376
[30] AHPG-GPAH 3-3150,A0009r-012v
[31] AHPG-GPAH 3/2855,A:397-400r
[32] AHPG-GPAH 3/4176,A:450
[33] Javier Mª Sada en el libro Historia de la ciudad de San Sebastián a través de sus personajes (Alberdania, 2002, p. 344) dice: «RODRIGUEZ, Viuda de.: Con motivo del derribo de las murallas, e laño 1868, fue necesario destruir la casa de su propiedad que estaba adosada a la mismas, por lo que fue indemnizada con 7.705,57 reales.» Sin duda, se trata de la casa familiar de Josefa Tito, fallecida diez años antes, y los que recibieron la indemnización fue la sociedad Hijos de Viuda de Rodríguez.
[34] AHGP-GPAH 3/3035/100
[35] AHPG-GPAH 3/3037/330
[36] AHPG-GPAH 3/2892/517
[37] AHPG-GPAH 3/3114/29
[38] Sada, Javier Mª: Donostiako hiriaren historia bertako pertsonaien bidez, Alberdania, 2002, p. 272.
[39] AHPG-GPAH 3/3766/322
[40] AHPG-GPAH 3/3511/510
[41] Larreandi, AHPG-GPAH 3/3687/897; Kastillun AHPG-GPAH 3/3733/1004; Aduriz, AHPG-GPAH 3/3801/123
[42] José Antonio Vitoria Arizaga, labrador de 74 años; Ramón Alquiza Elosegui, jornalero de 29 años; y José Echave Sanbainenea, cantero de 48 años. Fuente: Diputación Foral de Gipuzkoa, Imprenta de la Provincia, 1894
[43]Domiciliados en la casa Fábrica de Tito, en el Censo de 1934: Celedonia Alquiza Tejeria, Anselmo Berra Alquiza, Estefanía Berra Alquiza, Juan Mª Catarain Zurutuza , Tomás Donaberea Piozaga, Bautista Echave Echeverria, Santiago Eguibar Sein, Cándida Garmendia Urdangarin, Esteban Gorriaran Echeveste, Dionisia Oyarzabal, José Mª Sein Iribar, María Tolosa Calafel. Fuente: AHPG-GPAH INE 180/1 7
La plaza de Herrera, hacia 2005
Imágenes:
- “Xaboi-fabrika Herreran, 1851. urtean”: Gómez Piñeiro, Javier et al.: Documentos Cartográficos Históricos de Gipuzkoa, I: Cartoteca Histórica del Servicio Geográfico del Ejército. Diputación Foral de Gipuzkoa, Donostia: 1994, p. 239
- “Herrera en 1895”: Archivo Municipal de Donostia, Fondo: Altza, 001-35
- “Casa Fábrica Tito, 1933″: Kutxateka, Pascual Marín, 8446950
- “La plaza de Herrera hacia 2005”: Toño Marín Orozco